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Enferma vitalicia. Cuando no se debe a la hipocondria, es obra de mi TOC, o tan solo me enfermo de amor (ninguno de los anteriores padecimientos tiene cura). Impuntual (llego tarde hasta a las vidas); aunque pobre, jugadora; Lysolholic; una perra (por leal, claro); a little naïve (¡sueño con montar un musical!); no soy hipster, lo juro.

jueves, 16 de diciembre de 2010

READY TO START... (otra vez)


No he escrito desde Julio, qué barbaridad!!!! Una disculpa a los por lo menos 7 que sé que sí me leían.
Me pareció conveniente ponerlos al tanto de los acontecimientos de los últimos meses, aprovechando además que eso de los recuentos es frecuente tan cercade fin de año.
Les cuento... Seguimos siendo un desmadre, eso no ha cambiado gran cosa. Seguro recuerdan todos los episodios malacopa que contaba de mi banda. Aquí, en uno memorable, cuando la mamá del Dani (a mi izquierda) nos corrió por nuestra fiestota el día del partido México-Francia, y mudamos la sede a la siempre disponible casa de Leo (el de lentes).



Entre los sucesos destacados, se casó Brisa mi amiga más antigua!!!! La primera boda de la banda, lo cual nos aterra, porque marca el comienzo de una etapa a la que siguen la racha de bautizos, las fiestas infantiles (en las que no estaré presente, porque a la tía borracha siempre la excluyen, buuuu), reencuentros de generación y por último funerales =S Fue una gran boda, no tengo a la mano foto de los novios, pero aquí presento unade la crew, que decidimos ir a pistear a Los lobos como precopa.

Y que me gano el ramo, ja! Chéquese el atuendo que portamos la Vale y yo, damas de honor. Un horror la búsqueda del modelito, lo confieso, nunca logramos ponernos de acuerdo para conseguir la uniformidad que anhelaba la novia, cada quien se rascó con sus propias uñas. Pero al final todo salió bien. Al llegar a la iglesia respiramos aliviadas cuando vimos que el color de los vestidos sí coincidió, WIN!!!!


Recuerdo que el novio se quejó de todas las copas robadas o rotas durante el festejo. En ese momento tuve un flashback terrible... Me vi junto a Jero y Alex en la Dama, cerca de la madrugada, tomando chela de una copa que no explicaba cómo había llegado a mis manos, muy oronda...
Dos días después de la boda, finalizó por fin mi periodo NINI. Resulta que tengo empleo, soy parte del Departamento de Comunicación, Diseño y Editorial de la Dirección Municipal de Cultura y Educación... Que los jueves debería llamarse Departamento de Procrastinación y Chistes locales.
Aquí con mi equipo, mis coworkes adorados, Joseline y Hugo al centro, nuestros comunicólogos, y a la derecha nuestra diseñadora estrella, Adriana, la tocaya (a quien conocía desde en denantes -dijo uno-). Son una bola de bullies, pero ya los adoro, los veo más que a mi madre, así que prácticamente somos una familia.
Esta foto es de nuestra primer rueda de prensa. Muy orondos.


A veces nos sacan de la oficina y la cosa se pone aún más amena. Aquí posando con nuestras figuras de acción, parte de la obra del evento Muerte en cartelera, para los artistas plásticos de la ciudá.


Este fue el año de los conciertos. Seguro recuerdan mi post intensísimo sobre el concierto de Radiohead del año pasado. Pues en esta ocasión nos tocó Arcade Fire. Lo increíble, en Guanajuato Capital, a unos 300 metros de la casa del Alets, en el estadio de beisbol donde antes sólo se habían hecho tamboradas y toquines del TRI. Gran gran gran concierto, uno de los mejores.
Por supuesto, el Aldo, quien nos llevó al de Radiohead en aquel accidentado trip, vino para el evento. Aquí la foto, anterior al momento en que recordó que no había cerrado las puertas de su coche. FAIL. Alex al centro, aún sin poder creer lo que estábamos a punto de vivir.


También vino el Miguel, (a la izquierda), el boleto fue su regalo de cumpleaños. Estaba entre regalarle eso y una bola disco, la decisión fue difícil.
Y como siempre, la única tuerca entre puro tornillo. Les tomé esta foto a mis patanes, Migue, Grillo, Alex, Aldo y el Yorch, (btw, qué onda con su pose). Todos con su litro de chela, y otra vez cabe la frase, muy orondos.

La poca asistencia al concierto tuvo sus ventajas. La principal, lo cerca que nos tocó del escenario. La siguiente foto la tomó Aldo, que ya le anda haciendo la competencia a la Toni Francois. Otra ventaja (para uno que no controla chido sus esfínteres), podíamos salir al baño y regresar a nuestro sitio sinpedamente.
Arcade Fire abrió con Ready to start mientras Miguel y yo comprábamos la segunda chela. Sublime. Nos olvidamos del pisto por completo.
Como siempre, estamos marcados con la maldición del empeyotad@. En Radiohead fue la mujer que sólo iba por ver a Kraftwerk y no dejó de gritar como alma en pena (que va arrastrando cadenas) en ningún momento. En esta ocasión se trataba de una tipa que no paró de llorar y que necesitaba como un espacio de tres metros cuadrados para sus exóticos bailes.
Me quedaron a deber Crown of love, Alex hizo llamada de larguísima distancia en In the backseat, en fin, bonito bonito todo.

Y que dos días después nos lanzamos al Corona Capital Fest. La neta, yo iba por Foals e Interpol (aunque se me ofendan los fans de Pixies). El trip no estuvo tan criminal como otros que nos han tocado.
Fue una verdadera visita a hipsterland. Aquello parecía la convención 2010 de Ray Ban. A cada paso que daba, me veía rodeada por al menos cinco personas con lentes como los míos. Y uno sintiéndose tan especial... Eso sí, nunca vi tanta gente bonita junta, como dijo mi amigo el Chipo: me quería casar cada diez metros.
Admito que aunque tenía muchas ganas de ver a Two door cinema club no lo disfruté como ameritaba por el castre de tener el sol en plena jeta, el berrinche por el precio de la chela, y el hambre. Aquí, la tuerca y los tornillos descansando, preparándonos para dividirnos, la mitad íbamos a ver a White lies, el resto a Delphic.
Cuando llegó la hora de ver a Foals hubo conflicto, pues Aldo y yo quedamos separados del resto que se nos quedaron atrás en el aperradero.
Foals muy bien. Excelente. Lo mejor del festival, en mi opinión. Esperamos ansiosos a que regresen a México, nos quedamos con ganas de más.
Casi nadie quería ver a Interpol, buuuu, por ganar buen lugar en Pixies. Pero aún así fuimos, y no me puedo quejar. Mi momento favorito, Say hello to the angels.


Otras novedades se las contaré después, cuando esté de ánimos para intensear, porque ha sido un año extrañísimo... Ya se enterarán.
Y la banalidad no podía faltar, este diciembre tomé la resolución de volver al a pelirrojez. Creo que de ésa no se enteraron. La mitad de este año fui pelirroja, (como muestra la foto), asunto que me dejó en la quiebra. En julio aproveché para comprarme dos cajitas de tinte negro y volver a ser brunette. Lo hago por aburrimiento o por crisis de la edad, quizá.

En fin, espero no haberlos aburrido con mis anécdotas, quería regresar con un post más interesante, pero es casi la hora de dormir, tengo la mitad de las neuronas en coma, y las otras las estoy matando fumando con la furia de siempre.

Sé que ya no me creen nadita, pero prometo volver pronto.

¡Los quiero!

viernes, 23 de julio de 2010

EL TOP 5 DE MI TOC (O DE CÓMO ME CONVERTÍ EN EL CRETINO MELVIN UDALL)


Todos saben que desde la infancia sufro (créanme, no hay palabra más apropiada) TOC. Claro que en ese entonces ignoraba ser víctima de dicho padecimiento, simplemente creía que lo que hacía era normal. En la adolescencia llegué a pensar que estaba loca por completo, y hasta hace unos años todo cobró sentido.

Comenzó cuando era niña. Me aterraban los colores rojo y amarillo. El motivo: los asociaba con la sangre, el fuego y una muerte violenta, ni más ni menos. En la calle, era incapaz de pisar baldosas, boyas, líneas, de dichos colores. En la adolescencia todo giraba en torno a los pares. Por ejemplo, si se me antojaba una galleta, tenía que comer dos, si subía una escalera y al final el número de escalones resultaba impar, me regresaba uno para sumarlo. Vivía contando: árboles, mis pasos, perros en la calle, personas... Nadie lo notó en al menos seis años.

Lo que me pasa actualmente no es precisamente germofobia, sino obsesiones de contaminación. Apliquen el wikipediazo para evitarme el rollo mareador.

Ha sido la etapa de mi TOC más difícil hasta el momento.

Quizá lo que más me preocupa de mi condición, (así le llamamos para que no suene tan dramático) es que quienes conviven conmigo se ven obligados en ocasiones a modificiar sus hábitos, e incluso adquirir nuevos, en pos de mi tranquilidad. No acabaría de enlistar los ejemplos.

Para darles una idea de lo que les estoy hablando, me di a la tarea de seleccionar cinco de los peores momentos del TOC. ¡No se alejen de mi después de leerlos, por favor! Aunque sé que se verán tentados.

¡Bienvenidos a mi valle de lágrimas!

#5 Jamás toco la perilla de las puertas directamente, ni siquiera la de mi cuarto. Hago verdaderos malabares para conseguirlo. Como cuando empujo con el hombro la puerta del OXXO. Qué triste... Y es peor cuando se trata de entrar en contacto con tubo del autobús, he estado a punto de matarme varias veces. True story.

#4 Una mascota es de gran ayuda para la banda que padece TOC. La recomiendan como parte del tratamiento. Lamentablemente, en mi caso, no estoy 100% segura de la eficacia. Me negué a cargar a un pobre cachorro durante el trayecto nada breve hasta el veterinario. Ok, sí lo levanté un par de veces, pero lo sostuve estirando los brazos, jamás manteniéndolo pegado al cuerpo. Esto cuenta como maltrato animal, ¿verdad? =(

#3 Para bañarme necesito de tres esponjas diferentes, cada una con funciones específicas. No pregunten.

#2 Mi celular murió por sobredosis de Lysol. No hay más qué decir al respecto...

#1 Siempre he dicho que el TOC a veces me impide ser polite, llegas a ser hasta grosero en ciertas ocasiones. Les explico: tocar dinero también me conflictúa. El asunto empeora en circunstancias como las que relataré a continuación Resulta que un día me subí a un taxi. Al cabo de un minuto había entablado con el taxista la clásica conversación sobre el clima. No había mucho tráfico. En fin, todo iba bien, hasta que al hombre se le ocurrió rascarse la nariz... Y lo hizo no una, sino innumerables veces a lo largo del viaje. Entonces caí en la cuenta de que sólo traía un billete de cien pesos, lo cual implicaba que tendría que darme cambio, dinero que tocara después del repetitivo y desagradable gesto. El ataque de ansiedad fue inmediato. Construí un cucurucho de papel con una de las fotocopias que traía (poemas del romanticismo para que mis alumnos leyeran), y simplemente le dije (¡¡¡¡no quiero imaginar lo que pensó el pobre hombre de mí!!!!): "No toco dinero, ponga el cambio aquí por favor"... Y huí avergonzadísima. ¡Ya sé! soy una cretina =(

Me atrevo a compartir este tipo de cosas porque tal vez ayuden a alguien en la misma situació. De verdad te sientes solo cuando notas ciertos rasgos en tu conducta que quizá los demás no podrán entender.

Detesto que la gente crea que mi montón de manías son parte de un plan para llamar la atención, para hacerme la rarita. Es algo que no puedo controlar y con lo que intento sobrellevar la rutina, así como el hígado de un diabético no produce insulina, a mi cerebro le falta serotonina.

Otro pensamiento absurdo parte de todo este embrollo: mantengo firmemente la idea de que la gente que quiero está libre de todos esas cosas a las que temo. Por ejemplo, ayer tuve que sellar un pacto con el clásico escupitajo en la palma antes del apretón de manos. No me sorprendió haberlo logrado. Con una enorme sonrisa, eliminé el rastro de la viscosa y muy muy seria promesa de mi mano. Es sólo saliva, pensé frotando la palma contra mi vestido.

Lo sé, lo sé... Sé que esto podría resultar más asqueroso que todo lo que evito, pero insisto, es inevitable, inexplicable, funciono mal. Broken, totalmente broken.

lunes, 19 de julio de 2010

MUSAS DE A 20

En esta ocasión promocionaré el blog de varios de mis patanes favoritos: el Yorch, Alex, Grillo, Jero y su amigo KaT.
Los primero cuatro, son los tipos con los que he pisteado en medio de la nada a orillas de la presa de Mata y otros lugares de la misma calaña, con los que he acaparado la rocola en La Diabla, los que hasta han velado en ocasiones mi sueño, que siempre critican cómo me visto (sobre todo los zapatos), y que varias veces protagonizaron los episodios que les contaba en el anterior TOC.


El punto es que decidieron invitarme a su blog Musas de a 20, donde hablan un poquito de todo, temas de actualidad, recomendaciones musicales, cine, en fin... El blog es un reflejo de los gustos e intereses de aquellos que nacimos a mediados de los ochenta, vivimos completitos los noventa, tenemos un pie en los treinta y apenas nos estamos reponiendo del inevitable madrazo contra la realidad, propio de está edad. Visítenlo de vez en cuando, también estaré posteando allá.
Saludos!

miércoles, 14 de julio de 2010

Mientras posteo en serio...

Una de las indicaciones de mi asesor en la novela, fue que no intentara escribir la clásica road novel del tipo (valga la redundancia) On the road de Kerouac. En aquel momento prometí que no sería así, pero, para serles franca, me quedé con las ganas.

En esta ocasión, y mientras se me ocurre algo decente que postear, les comparto un fragmentito del capítulo 3, lo elegí porque encierra el leitmotiv de la novela: la huida, la búsqueda, y como siempre (al menos en lo que yo hago), el desamor.

Por cierto, aún no hay título, consulté algunas opciones con dos o tres individuos de la banda y es oficial: apesto poniendo títulos.


"Cigarrillo en comisura, lentes oscuros, sonrisa de imbéciles compartida a través del retrovisor. CD de Joy Division, uno más de Pulp, manzanas y galletas en una bolsa ziploc en la guantera.

–¿Volverás a escribir? –Renato miró de reojo las rodillas de Luisa. Había comprado en el pueblo un cuaderno de cubierta azul, un lápiz y una pluma de tinta negra–. Hazlo.

–Comencé con una lista de las cosas que haré en este viaje –le mostró la primera página, donde además había dibujado un gato espantoso.

Renato leyó la lista: sentir, respirar (ambas, muy hondo). Sonrió.

–Pase lo que pase, no debes olvidar ninguna –Luisa suspiró. Se recogió el pelo en la nuca con el lápiz, se sentó con las piernas abrazadas contra el pecho y comenzó a sentir y respirar… Se atrevía por fin. Y había sido tan simple: lavarse la cara, echarse el abrigo encima, confiarle al viento los cabellos y subir al auto–. No necesitamos más –le dijo a Renato y le quitó el cigarrillo de los labios.

Él ni se enteró. Abrió la guantera. La piel de una manzana crujió entre sus dientes. Ojalá fuera otra piel. Otra piel se habría derretido, le permitiría dejar huellas. Y pensando que algo de mujer quedó en el fruto desde ese fatídico primer día, mordía cada vez con más saña. Causarle dolor… No podía pensar en otra cosa.

–Hablarás tarde o temprano –después de besarse la punta de dos dedos Luisa le acarició la mejilla.

Y André. Al parecer, por lo menos ese día, sólo a través de espejos… Imaginaba que si lo tocaba lo rompería. Azogue a punto de herir, cicatriz de telaraña justo en el centro del pecho. Dormía en el asiento trasero, abrazado a sí mismo (falta de confianza, pensó Luisa recordando las propias palabras del pintor).

Renato la miró malicioso.

–¿Me ves cortándome las venas por él? –Luisa no apartó los ojos del retrovisor."

domingo, 4 de julio de 2010

VICIOS DEL OFICIO

El viernes estaba decidida a comprarme un paraguas. Siempre los pierdo. Mi madre ya me amenazó con no prestarme el suyo y mandarme a las calles resguardada bajo aquel que descompuse, el que parece un murciélago en desgracia.

Después de recorrer varias tiendas sin encontrar ninguno que me convenciera, ninguno que superara el azul a cuadros que tanto me gustaba, recordé las super ofertas de Julio Regalado, el dos por uno en los artículos de papelería. Y allá voy...

En un principio el plan era solamente comprar montones de plumas, porque (qué clase de "escritora" soy?!) no tengo una sola maldita pluma. Primer síntoma de que algo anda mal. Primera señal de la pérdida absoluta de espontaneidad. Recuerdo todas las notas para la novela que escribí hace ya cuatro años, escritas en tickets del OXXO, servilletas, libretas y fotocopias de la escuela, incluso llegué a garabatearme cosas en las manos. Escribí el final de aquel bodrio rodeada de basura (mal presagio, no?).

Cuando caminaba rumbo al pasillo de papelería, alcanzaba a ver todos los cuadernos apilados sobre los estantes. Entonces me vino a la mente mi rincón de la vergüenza, ese cajón de mi librero donde guardo una veintena de cuadernos escritos con mi puño y espantosa letra. Se trata ni más ni menos que de cuatro novelas, la mitad inconclusas, un diario de la adolescencia, (de aquellos días en que por pedir un corte de cabello muy a lo Linda Evangelista terminé pareciéndome a Heidi), y no sé cuánta infamia más.

César Aira habla en Cumpleaños sobre su obsesión por tener el cuaderno y bolígrafo perfectos cada vez que iniciaba un nuevo proyecto. Recuerdo que me encantó su descripción del proceso, y hasta entonces reparé en lo poco que me importó tal cosa todos esos años en que era capaz de escribir diez páginas en un día, los años en que sólo me movían las ansias de contar. En serio, el puritito amor al arte, sin pretensión alguna.
Entonces me miré las manos. Me dio una tremenda tristeza ver que el callo que tenía en el dedo medio, por sostener mal el lápiz desde mi infancia, desapareció...

Me llevó mucho tiempo acostumbrarme a escribir directo en la computadora. No debí esforzarme tanto en conseguirlo, ahora me mata la nostalgía por mis estúpidos cuadernos. Yo tanto que me opongo a la muerte del papel y vaya respiro que le he dado a la selva Amazónica, no he escrito casi nada a mano en siglos. Me di cuenta en febrero, cuando después de seis intentos escribí la peor tarjeta de cumpleaños ever!!!!

Decidí intentarlo otra vez. Hacer a un lado el bloqueo post-novela y enfrentar otra vez mi peor pesadilla (y a la vez, irónicamente, el reto más tentador): la página en blanco. Hace un año el plan fracasó. Y es que ya se me está haciendo costumbre, parece que sólo estoy esperando a que llegue Julio Regalado para comprar cuadernos y plumas, y AHORA SÍ, volver a escribir como antes.

Julio del 2009: entré con la misma decisión a la Comercial Mexicana, me dirigí sin detenerme al pasillo de papelería y tomé casi al azar dos libretitas y dos paquetes de plumas, las más ordinarias. Tenía un plan. En una escribiría la novela, en la otra, notas para la tesis que AHORA SÍ acabaría. Ya podrán imaginarse que la historia no tuvo un final feliz. El punto es, y hasta hoy caigo en la cuenta, que la Comercial Mexicana ha sido mi refugio en verdaderos momentos de crisis, como ese Julio del 2009. Hecha un verdadero desastre, al borde del colapso nervioso, fui protagonista de uno de los episodios más patéticos en la historia de los supermercados. Ahí les va: iba triunfante rumbo a la caja, con mis dos libretitas y las plumas de esas que no saben fallar, cuando de pronto se escucha Oleada de Julieta Venegas... Y que lloro. Sí, así nada más. No es que mi odio a la Venegas llegue a ese límite, sino que la canción me trae pésimos recuerdos, y sumados a la desesperación que me condujo a ese lugar, me hicieron explotar. Quienes me conocen saben que el ridículo se me da, y lo drama queen ni hablar. No está padre eso de andar intenseando de esa forma en horario familiar junto al refri de la Pepsi, NO LO ESTÁ, así que pagué y salí de ahí lo más rápido que pude. Sobre los otros momentos de crisis en la Comercial, les hablo luego, el fenómeno me marcó tanto que la novela de la beca del año pasado inicia precisamente en un supermercado.

Julio del 2010: no se preocupen, el único berrinche que hice fue porque no encontraba cuadernos de raya. Pensé en Aira y esta vez me esforcé en la elección. Curiosamente, entre los cuadernos cuadriculados alguien abandonó cuatro de raya, bastante monos, escogí dos y a continuación era el turno de las plumas. Dilema: negras o azules. Ambas.

Aún no he escrito una sola palabra en mis cuadernos nuevos. Lo confieso, se debe en parte al miedo a precipitarme otra vez. Al primer rayón con afán de corregir, me desespero y soy capaz mandarlo todo al diablo. Por otra parte, quería elegir materiales tan lindos que de pena usarlos, gastarlos. Esa sensación es pasajera.

Escribí este post porque me topé con una de las libretitas de Julio Regalado 2009 (la otra la tiene mi madre, la usa para las listas de las compras). Es en la que supuestamente escribiría fragmentos de la novela. Hay solo dos, uno que no usé, otro que fue tomado tal cual de la vida real y al que le tengo especial cariño. Pero fue una cita que no recuerdo de dónde tomé, y con qué fin, lo que llamó mi atención, se las comparto: "Si no lo hubieras visto en mis ojos, ¿habrías deseado tanto el cielo?"