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Enferma vitalicia. Cuando no se debe a la hipocondria, es obra de mi TOC, o tan solo me enfermo de amor (ninguno de los anteriores padecimientos tiene cura). Impuntual (llego tarde hasta a las vidas); aunque pobre, jugadora; Lysolholic; una perra (por leal, claro); a little naïve (¡sueño con montar un musical!); no soy hipster, lo juro.

miércoles, 14 de julio de 2010

Mientras posteo en serio...

Una de las indicaciones de mi asesor en la novela, fue que no intentara escribir la clásica road novel del tipo (valga la redundancia) On the road de Kerouac. En aquel momento prometí que no sería así, pero, para serles franca, me quedé con las ganas.

En esta ocasión, y mientras se me ocurre algo decente que postear, les comparto un fragmentito del capítulo 3, lo elegí porque encierra el leitmotiv de la novela: la huida, la búsqueda, y como siempre (al menos en lo que yo hago), el desamor.

Por cierto, aún no hay título, consulté algunas opciones con dos o tres individuos de la banda y es oficial: apesto poniendo títulos.


"Cigarrillo en comisura, lentes oscuros, sonrisa de imbéciles compartida a través del retrovisor. CD de Joy Division, uno más de Pulp, manzanas y galletas en una bolsa ziploc en la guantera.

–¿Volverás a escribir? –Renato miró de reojo las rodillas de Luisa. Había comprado en el pueblo un cuaderno de cubierta azul, un lápiz y una pluma de tinta negra–. Hazlo.

–Comencé con una lista de las cosas que haré en este viaje –le mostró la primera página, donde además había dibujado un gato espantoso.

Renato leyó la lista: sentir, respirar (ambas, muy hondo). Sonrió.

–Pase lo que pase, no debes olvidar ninguna –Luisa suspiró. Se recogió el pelo en la nuca con el lápiz, se sentó con las piernas abrazadas contra el pecho y comenzó a sentir y respirar… Se atrevía por fin. Y había sido tan simple: lavarse la cara, echarse el abrigo encima, confiarle al viento los cabellos y subir al auto–. No necesitamos más –le dijo a Renato y le quitó el cigarrillo de los labios.

Él ni se enteró. Abrió la guantera. La piel de una manzana crujió entre sus dientes. Ojalá fuera otra piel. Otra piel se habría derretido, le permitiría dejar huellas. Y pensando que algo de mujer quedó en el fruto desde ese fatídico primer día, mordía cada vez con más saña. Causarle dolor… No podía pensar en otra cosa.

–Hablarás tarde o temprano –después de besarse la punta de dos dedos Luisa le acarició la mejilla.

Y André. Al parecer, por lo menos ese día, sólo a través de espejos… Imaginaba que si lo tocaba lo rompería. Azogue a punto de herir, cicatriz de telaraña justo en el centro del pecho. Dormía en el asiento trasero, abrazado a sí mismo (falta de confianza, pensó Luisa recordando las propias palabras del pintor).

Renato la miró malicioso.

–¿Me ves cortándome las venas por él? –Luisa no apartó los ojos del retrovisor."

3 comentarios:

  1. :O
    We're not worthy, we're not worthy!

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  2. Sí, soy tu fan!
    jejeje me gusta como escribes Juana, sigue escribiendo en tu cuaderno de pasta azul con tu plumatintanegra porque así es como se comienza...

    VERY GOOD!!! :D

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