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Enferma vitalicia. Cuando no se debe a la hipocondria, es obra de mi TOC, o tan solo me enfermo de amor (ninguno de los anteriores padecimientos tiene cura). Impuntual (llego tarde hasta a las vidas); aunque pobre, jugadora; Lysolholic; una perra (por leal, claro); a little naïve (¡sueño con montar un musical!); no soy hipster, lo juro.

domingo, 4 de julio de 2010

VICIOS DEL OFICIO

El viernes estaba decidida a comprarme un paraguas. Siempre los pierdo. Mi madre ya me amenazó con no prestarme el suyo y mandarme a las calles resguardada bajo aquel que descompuse, el que parece un murciélago en desgracia.

Después de recorrer varias tiendas sin encontrar ninguno que me convenciera, ninguno que superara el azul a cuadros que tanto me gustaba, recordé las super ofertas de Julio Regalado, el dos por uno en los artículos de papelería. Y allá voy...

En un principio el plan era solamente comprar montones de plumas, porque (qué clase de "escritora" soy?!) no tengo una sola maldita pluma. Primer síntoma de que algo anda mal. Primera señal de la pérdida absoluta de espontaneidad. Recuerdo todas las notas para la novela que escribí hace ya cuatro años, escritas en tickets del OXXO, servilletas, libretas y fotocopias de la escuela, incluso llegué a garabatearme cosas en las manos. Escribí el final de aquel bodrio rodeada de basura (mal presagio, no?).

Cuando caminaba rumbo al pasillo de papelería, alcanzaba a ver todos los cuadernos apilados sobre los estantes. Entonces me vino a la mente mi rincón de la vergüenza, ese cajón de mi librero donde guardo una veintena de cuadernos escritos con mi puño y espantosa letra. Se trata ni más ni menos que de cuatro novelas, la mitad inconclusas, un diario de la adolescencia, (de aquellos días en que por pedir un corte de cabello muy a lo Linda Evangelista terminé pareciéndome a Heidi), y no sé cuánta infamia más.

César Aira habla en Cumpleaños sobre su obsesión por tener el cuaderno y bolígrafo perfectos cada vez que iniciaba un nuevo proyecto. Recuerdo que me encantó su descripción del proceso, y hasta entonces reparé en lo poco que me importó tal cosa todos esos años en que era capaz de escribir diez páginas en un día, los años en que sólo me movían las ansias de contar. En serio, el puritito amor al arte, sin pretensión alguna.
Entonces me miré las manos. Me dio una tremenda tristeza ver que el callo que tenía en el dedo medio, por sostener mal el lápiz desde mi infancia, desapareció...

Me llevó mucho tiempo acostumbrarme a escribir directo en la computadora. No debí esforzarme tanto en conseguirlo, ahora me mata la nostalgía por mis estúpidos cuadernos. Yo tanto que me opongo a la muerte del papel y vaya respiro que le he dado a la selva Amazónica, no he escrito casi nada a mano en siglos. Me di cuenta en febrero, cuando después de seis intentos escribí la peor tarjeta de cumpleaños ever!!!!

Decidí intentarlo otra vez. Hacer a un lado el bloqueo post-novela y enfrentar otra vez mi peor pesadilla (y a la vez, irónicamente, el reto más tentador): la página en blanco. Hace un año el plan fracasó. Y es que ya se me está haciendo costumbre, parece que sólo estoy esperando a que llegue Julio Regalado para comprar cuadernos y plumas, y AHORA SÍ, volver a escribir como antes.

Julio del 2009: entré con la misma decisión a la Comercial Mexicana, me dirigí sin detenerme al pasillo de papelería y tomé casi al azar dos libretitas y dos paquetes de plumas, las más ordinarias. Tenía un plan. En una escribiría la novela, en la otra, notas para la tesis que AHORA SÍ acabaría. Ya podrán imaginarse que la historia no tuvo un final feliz. El punto es, y hasta hoy caigo en la cuenta, que la Comercial Mexicana ha sido mi refugio en verdaderos momentos de crisis, como ese Julio del 2009. Hecha un verdadero desastre, al borde del colapso nervioso, fui protagonista de uno de los episodios más patéticos en la historia de los supermercados. Ahí les va: iba triunfante rumbo a la caja, con mis dos libretitas y las plumas de esas que no saben fallar, cuando de pronto se escucha Oleada de Julieta Venegas... Y que lloro. Sí, así nada más. No es que mi odio a la Venegas llegue a ese límite, sino que la canción me trae pésimos recuerdos, y sumados a la desesperación que me condujo a ese lugar, me hicieron explotar. Quienes me conocen saben que el ridículo se me da, y lo drama queen ni hablar. No está padre eso de andar intenseando de esa forma en horario familiar junto al refri de la Pepsi, NO LO ESTÁ, así que pagué y salí de ahí lo más rápido que pude. Sobre los otros momentos de crisis en la Comercial, les hablo luego, el fenómeno me marcó tanto que la novela de la beca del año pasado inicia precisamente en un supermercado.

Julio del 2010: no se preocupen, el único berrinche que hice fue porque no encontraba cuadernos de raya. Pensé en Aira y esta vez me esforcé en la elección. Curiosamente, entre los cuadernos cuadriculados alguien abandonó cuatro de raya, bastante monos, escogí dos y a continuación era el turno de las plumas. Dilema: negras o azules. Ambas.

Aún no he escrito una sola palabra en mis cuadernos nuevos. Lo confieso, se debe en parte al miedo a precipitarme otra vez. Al primer rayón con afán de corregir, me desespero y soy capaz mandarlo todo al diablo. Por otra parte, quería elegir materiales tan lindos que de pena usarlos, gastarlos. Esa sensación es pasajera.

Escribí este post porque me topé con una de las libretitas de Julio Regalado 2009 (la otra la tiene mi madre, la usa para las listas de las compras). Es en la que supuestamente escribiría fragmentos de la novela. Hay solo dos, uno que no usé, otro que fue tomado tal cual de la vida real y al que le tengo especial cariño. Pero fue una cita que no recuerdo de dónde tomé, y con qué fin, lo que llamó mi atención, se las comparto: "Si no lo hubieras visto en mis ojos, ¿habrías deseado tanto el cielo?"


3 comentarios:

  1. Mujer, avisa que ya estás por acá, fue traumático saber que tu otro blog había muerto... y bueno, como stalker declarada, acabo de dar con el lugar.

    Esa frase es LA ONDA, escribe, escribe, que hasta tus visitas al súper son poéticas!
    Yo sólo quiero un paraguas azul con puntitos blancos...

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  2. Hey! te juro que justo hace un par de horas iba a comentar en tu blog para contarte sobre la mudanza del mío, pero me falló el internet =(
    Gracias por el comentario! nos seguimos leyendo, un abrazote!
    Y ojalá encuentres ese paraguas =)

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  3. Pfff qué decir de las visitas a las tiendas departamentales? hay una gran gama de historias por contar que son extraídas de dichas visitas.

    Respecto a la escritura a mano ¬¬ decidí que sólo mi novio tendrá el privilegio de leerme con la letra más horrenda jamás encontrada (pero el me quiere y sabe que es con amor)aunque ahora me has metido la espinita de volver a la antigua costumbre de garabatear todo lo que pudiese con miles de palabras poéticas o escenas perfectas para un cuentico o novelita... que complejo es esto!
    Empecemos a hacer, suerte en la misión Juana!!

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